A lo largo de la historia, los maestros de distintas doctrinas nos han enseñado a redireccionar la atención hacia nuestro interior con el propósito de encontrar lo que tiene prioridad en nuestras vidas y, con ello, una sensación de paz y liberación.  Voy a nombrar tres aspectos de la meditación:

1. El primero, no meditamos para dejar la mente en blanco o formar parte de algo externo, sino para ahondar en quiénes somos realmente y descubrir qué nos está alejando de nuestro potencial. 

2. El segundo es que muchas personas buscan encontrar algo en la práctica de la meditación, y estas expectativas pueden ser contraproducentes. El hábito de la meditación nos va acercando a nuestro ser. Meditamos para estar en el presente; todo lo demás viene solo. 

3. El tercer aspecto es dejar ir y venir  los pensamientos observándolos sin involucrarnos en la historia que pueda tener cada uno. Debemos ser meros observadores y sentir el presente sin expectativas ni juicios. Esto nos ayuda a acceder a nuestro ser. 

Comúnmente, las meditaciones se han practicado con guías espirituales, pero en la actualidad las personas han aprendido a ser autónomas y a practicar las meditaciones sin acudir a un centro o seguir una doctrina determinada. La práctica diaria de la meditación proporciona beneficios mentales y físicos y nos ayuda a hacer frente a los estímulos y demandas de una sociedad agitada. 

Las personas que meditan diariamente dicen encontrar mayor confianza en sí mismas, un aumento del autoestima y más capacidad de sentir amor hacia los demás. Pero todo esto viene solo después de ejercitar estar en el presente y rendirse a los que uno es; no hay una expectativa, sino que es una consecuencia natural de la presencia.

 

¿Qué implica la meditación?

La práctica de meditaciones está siendo más popular que nunca en Occidente. Aun así, sigue habiendo confusión sobre qué es y cómo se practica. 

La meditación cubre una gran gama de variedades, desde el senderismo, danzas como la de los cinco ritmos (bailar los cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire y metal, cada uno vinculado a un estado emocional y órganos del cuerpo) o las sufíes (giras en el centro del corazón), cantar mantras (vibrando con los sonidos) o música devocional (la entrega del devoto), y el sungazing (mirar el sol durante el amanecer o el atardecer). También hay muchos deportes que te llevan a estados mentales de meditación.

Todas estas actividades tienen en común que requieren de toda tu atención y te traen al momento presente. 

 

La meditación y la mente

Podemos intentar permanecer sentados en silencio, pero si tenemos una mente muy activa, nos puede ayudar practicar Hatha yoga, que es un entrenamiento de la mente para que permanezca en el momento presente con cada postura.

Cuando hablamos de meditación nos estamos refiriendo al estado mental, no a la actividad. La naturaleza de la mente es pasar de un pensamiento a otro. Se dice que este mecanismo de la mente es el responsable de todos los problema emocionales y enfermedades. 

La Paz y felicidad se encuentra cuando dominamos la mente con actividades donde no nos vinculamos con los pensamientos, sino que entrenamos a la mente para poder llegar a un estado de quietud interna. Es cuando somos capaces de oírnos y vernos con claridad. 

La capacidad de una mayor intuición y conciencia se refleja a menudo cuando tenemos una práctica constante. Por ejemplo: en un paseo por el bosque o cuando tomas el sol, espontáneamente pueden surgir soluciones a problemas que en una mente turbulenta no se pueden encontrar. 

 

Introducciones para practicar la meditación

1. Encuentra un sitio tranquilo donde sientas que lo puedes transformar en el lugar que usarás habitualmente para meditar.

Desconecta el teléfono, usa una alarma de 15 minutos con el sonido bajo o un reloj para mirar la hora. Anota en un papel todas las cosas que rondan en tu mente que debes hacer y déjalo a tu lado. Si te despistas y necesitas anotar algo que te inquieta y viene a tu mente, escríbelo y continúa. 

Siéntate sobre un cojín o manta con la espalda recta y estirada y con las piernas cruzadas o en una silla con el respaldo recto (en este caso no cruces las piernas). Coloca tus manos sobre las rodillas con las palma hacia arriba. 

2. Observa qué zona de tu cuerpo está tensa y relaja esa zona. Para mí, suelen ser mis hombros y cuello. Suelo llevar mis hombros hacia atrás y bajarlos, y recojo mi barbilla para que mi cuello quede alineado con mi espalda.

Comienza relajando la cara y dejando ir posibles tensiones de los ojos. Después, relaja tus tobillos, piernas, brazos, bajo vientre, cintura, pecho y espalda.

3. Cierra los ojos y comienza a contar 5 mientras inhalar desde el ombligo hasta el centro del corazón. Luego, cuenta hasta 5 mientras exhalas desde el centro del corazón hasta el obligo, llevando toda tu atención a la respiración por 5 minutos. Después, deja que el fluir de la respiración sea natural y no pierdas la observación que ya has logrado. 

4. Puedes repetir un mantra o simplemente «Yo soy». Si eres eres cristiano, puedes usar música devocional o repetir el nombre de «Jesus».

5. Una vez alcanzados los 15 minutos, lleva tus manos en posición de rezo, con las palmas tocándose, al centro del corazón en gratitud por el tiempo invertido en ti. Quédate ahi por unos pocos segundos y, lentamente, comienza abrir los ojos. Antes de levantarte o mirar el teléfono, observa los beneficios que ha tenido en ti la práctica de la meditación revisando alguna sensación en tu cuerpo y alguna sensación de bienestar en tu mente. 

No te preocupes si no encuentras nada. Lleva tiempo entrenar la mente. 

!Namasté¡

Referencia:

SMITH, Erica  y Nicholas Wilks. La meditación: Introducción a la técnica, sus tradiciones y sus beneficios (Editorial Paidós, S.A.I.C.F., 1997).